A Dios le agrada la adoración práctica

 Romanos 12:1

“Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional”

 2 Samuel 24:24

“Y el rey dijo a Arauna: No, sino por precio te lo compraré; porque no ofreceré a Jehová mi Dios holocaustos que no me cuesten nada. Entonces David compró la era y los bueyes por cincuenta siclos de plata”

Es muy interesante como en el versículo Dios quiere tu cuerpo y ahí te puedes preguntar lo siguiente: ¿por qué Dios no me dice que ofrezcamos nuestro espíritu? Porque debes entender que estás en un mundo físico y sin el cuerpo nada se puede hacer, por lo mismo el llamado de Dios es completamente práctico, porque él espera que le entregues todo lo que tienes para dar (“no voy a ofrecer al Señor mi Dios holocaustos que no me cuesten nada”).

Muchas veces quizás has escuchado que hoy no podrán acompañarte a la reunión de jóvenes, pero estarán contigo en “espíritu”. El hecho de decir que están en espíritu en algún lugar no vale mucho, porque mientras estés en esta tierra, tu espíritu solo puede estar donde se encuentra tu cuerpo, es decir, si tu cuerpo no está presente, no estás ahí.

Siguiendo con la misma idea la Biblia no solamente se refiere a que debes ofrecer tu cuerpo, sino que además debe ser “sacrificio vivo”. En la actualidad se relaciona un sacrificio a algo muerto, pero Dios quiere que seas un sacrificio vivo, en otras palabras, ¡Dios quiere que vivas para Él! Sin embargo, el problema que tiene un sacrificio vivo es que se puede escapar del altar y eso es lo que ocurre frecuentemente con todos, tienen una vida de adoración los fines de semana, pero el lunes ya desertan, porque piensan que la adoración se restringe a un cómodo lugar y con un grupo determinado de personas que se encuentran en tu mismo sentir, aunque esto no es así, porque la adoración es un estilo de vida que se manifiesta en cada minuto de tu semana, en todos los lugares que visitas y especialmente, con cada persona que compartes; siendo este el momento en que haces práctica y viva la adoración que Dios llama a realizar.